Según el almanaque del calendario antiguo japonés acabamos de entrar al mes de Yayoi, el mes que sigue a la floración de los cerezos y en el que todas las flores comienzan a abrirse y los pájaros cantar en el monte. Hay dos expresiones que nos dan una imagen sorprendente del mundo vivo: “kotodama no sakihafu kuni” “el país donde florece alegrándonos el espíritu de la palabra” expresión antiquísima atribuída al poeta Kakinomoto y que sobrevive en el sentir japonés. La segunda es “sankawarai yachokataru” expresión que comparte Japón con China “las flores del monte ríen y los pájaros del campo conversan”. La primera da cuenta del pensamiento del espíritu de la palabra o pensamiento del kotodama, que afirma que hay un espíritu latente en las palabras capaz de transformar la materia y el corazón, es decir que vivimos en un mundo donde el espíritu de la palabra florece alegrando el corazón de todos los seres. La segunda da cuenta del panlingüísmo poético japonés según el cual todos los seres poseen un lenguaje y lo utilizan para expresarse, de allí que la mujer o el hombre sabio aprenden del lenguaje de la naturaleza. Por último, les comparto el dato de que reír y abrirse tienen un mismo origen etimológico, es decir las flores se abren, pero también las flores se ríen. Y así el corazón cuando ríe es como una flor que se abre.
(apunte para un próximo texto)
Este es el pensamiento japonés que propongo en diálogo con el pensar indígena americano (y mi corazón indio).
I was invited to Holland by my friend, the artist in residence Rita Ponce de León, and the Ekard artistic residence. We presented a talk with Rita at the RADIUS museum (in the city of Delft), a fascinating Museum of Art and Ecology built in what once was a water tower.
Although my trip to Holland was short, it was very significant since I lived in Leiden for three years as a primary school child. With Rita, we walked through the Meijendel dunes in Wassenaar and Leiden. When I arrived in Holland, I wondered what the ecopoetic meaning of this trip would be. In Meijendel, I realized something in my heart, so I took a fistful of sand and thanked the Dutch lands for the good memories from my childhood, memories of the countryside, the forest, the sea, the canals, and the flowers that made me happy and awakened in me a sense of nature’s beauty. With Rita, we went to my old condominium on Boerhavelaan Street, and we found the oak tree (zomereik) under which I used to play in the middle of the courtyard. Surprisingly, a swing is still under the leaves, meaning children are still visiting this tree. Under the zomereik, I said to Rita, isn’t our life short? With all its dramas, how is our life for a tree like this? For the oak, our life lasts a little longer than summer flies. And despite this, the tree offers itself generously and even feels admiration for our songs, just as we do for the song of the cicadas. Then I told the zomereik -dear oak, here I am back. I grew up and became a poet.
I remember Rita’s words during those days: “Recently, I have only seen comments from scientists who are very sad, angry, and worried about the climate crisis.” For some people, ecological concern makes them forget their love and gratitude for being part of the earth. With Rita, we discussed some ideas:
Anger and worry are anti-ecological.
There is nothing more ecological than gratitude and the feeling of fulfillment.
Ecology is not only a program, an objective, a goal, or a horizon but the consequence of a way of life. What would it be like to think ecologically from the patterns woven by experience?
As my friend Pedro Favaron says, a way of life connected to the land and the sacred network of existence is an indigenous ecopoetics.
Patterns woven by connected lives show us the shapes of the learnings of the heart. Indigenous peoples’ thoughts and arts nourish our ecopoetics.
During the presentation at RADIUS, we made a small offering, talked about our works in synchrony (between the plastic arts and poetry), and did an ecopoetic exercise of memory and gratitude with the attendees.
Finally, I thank Renee and Bob, our hosts at the Ekard residence, Sanne Luteijn and Niekolaas Johannes Lekkerkerk, who managed the presentation at Radius, and photographers Newsha Tavakolian and Maarten Nauw for the photographs of this encounter with the lands of Holland. Also, thank you to Claire van den Donk for translating my poem into Dutch.
Wat doet een dichter?
(¿Qué hace un poeta?/What does a poet do?)
Hij verklaart de hemel met zijn zang uit zijn bloed geboren in eeuwige beweging zijn bloed is het bloed van de rivieren de ideeën in zijn geest niet één valse schepping want hij is zelf de schepping het licht van de bladeren rakend
De sterren passen in de palm van zijn hand zoals hij past in de handpalm van zijn broer van zijn vriend, zijn metgezel, van zijn geliefde
Zijn woord is er om de moderne rook die zich vastklampt en in onze harten nestelt te verdrijven
Het lied van de dichter blaast en waait het stof op, troebleert de zeeën met roerende rust laat de keien lachen de vogels verfijnenhun lied, rivieren vloeien samen door hun zang als kinderen die van dezelfde vruchten eten
Met zijn poëzie weeft hij iets lumineus en schoons dat in een oogwenk wordt verspreid en de ochtenden van de wereld bedekt met een zonnedauw alle ochtenden van de nieuwe wereld
Hij deinst terug voor de schitterende fascinatie van zijn literaire vaders hij laat de mantel van fascinatie achter hangend aan een kapstok en gaat naakt, ongekleed met het lied van zijn haarstrengen
die onderweg vallen op zijn kussen op de badkamervloer op de aarde van de buurt op de bron waar hij zijn hoofd in onderdompelde zoals de universiteit waar hij zijn tijd bakkeleiend doorbracht met onnozelen dezelfde universiteit waar hij ’s middags de heldere spiegel van woorden bestudeerd (een helderheid diepzinnig maar ook verontrustend)
Hij verliest strengen haar terwijl hij leest wanneer hij zingt als hij halthoudt om te luisteren wanneer hij zijn broeders over het leven leert terwijl hij deze zintuigen verliest en zijn ogen en oren en zijn andere ogen die nog steeds ruimte voor trots bewaren en zijn nagels en zijn huid en zijn botten
Hij heeft de hunkering naar het creëren achtergelaten maar zijn ziel gaat voort, gezuiverd nu, tot in de eeuwigheid.
Dan wordt er nog een dichter geboren:
— … Waar de oude meester ooit woonde
staat nu een boom.
San José, Pucallpa, 2016. Ciudad de México, 2018. Tsukuba, 2020.
Vertaald door Claire van den Donk, ARTDOK Research & Translations
12/10/2023
[Español]
Fui invitado a Holanda, por mi amiga la artista en residencia Rita Ponce de León y la residencia artística Ekard. Con Rita presentamos una plática en el museo RADIUS (en la ciudad de Delft), un fascinante museo de Arte y Ecología construido en lo que fue una torre de agua.
Aunque mi viaje a Holanda fue corto fue muy significativo, pues yo viví tres años en Leiden cuando era un niño de primaria. Con Rita paseamos por las dunas de Meijendel en Wassenar y por Leiden. Cuando llegué a Holanda me preguntaba cuál sería el sentido ecopoético de este viaje. En Meijendel me di cuenta de algo en mi corazón, tomé un puño de arena y le agradecí a las tierras holandesas por los buenos recuerdos de mi niñez, el campo, el bosque, el mar, los canales y las flores que hicieron felices mis días y despertaron en mi un sentido de la belleza de la naturaleza. Junto con Rita fuimos al antiguo condominio de la calle Boerhavelaan y encontramos en medio del patio el roble (zomereik) bajo el que solía jugar. Sorprendentemente todavía se encuentra un columpio debajo de su fronda, lo que significa que hay niños que visitan a este árbol. Bajo el zomereik le dije a Rita ¿no es corta nuestra vida?, con todos sus dramas, ¿cómo es nuestra vida para un árbol como éste? Para el roble nuestra vida dura un poco más que las mosquitas del verano. Y a pesar de ello, el árbol se ofrece generosamente y hasta siente admiración por nuestros cantos, tal como nosotros sentimos admiración por el canto de las cigarras. Luego le dije al zomereik -querido roble, aquí estoy de regreso, crecí y me volví poeta.
Recuerdo unas palabras que me compartió Rita hace unos días: “recientemente sólo he visto comentarios de científicos muy tristes, enojados y preocupados por la crisis climática.” Para alguna gente la preocupación ecológica les hace olvidar el amor y la gratitud por ser parte de la tierra. Con Rita conversamos algunas ideas:
El enojo y la preocupación son antiecológicos.
No hay nada más ecológico que el agradecimiento y el sentimiento de plenitud.
Lo ecológico no es un programa, un objetivo, una meta, ni un horizonte, sino la consecuencia de una forma de vida. ¿Cómo sería pensar lo ecológico desde los patrones entretejidos por la experiencia?
Una forma de vida en relación con la tierra y la red sagrada de la existencia es como dice mi amigo Pedro Favaron una ecopoética indígena. Los diseños entretejidos por las vidas que se conectan nos muestran las formas aprendizaje del aprendizaje con el corazón. Del pensamiento y las artes de los pueblos indígenas se nutre nuestra ecopoética.
Durante la presentación en RADIUS hicimos una pequeña ofrenda, hablamos de nuestros trabajos en sincronía (entre las artes plásticas y la poesía) e hicimos un ejercicio ecopoético de memoria y agradecimiento con los asistentes.
Por último, agradezco a Renee y Bob nuestros anfitriones de la residencia Ekard, a Sanne Luteijn y Niekolaas Johannes Lekkerkerk que gestionaron la presentación en Radius y los fotógrafos Newsha Tavakolian y Maarten Nauw por crear un registro fotográfico de este encuentro con las tierras de Holanda. También a Claire van den Donk por la traducción de mi poema al holandés.
Comparto con ustedes el poema «Cristo y las gallinas de la siguiente generación transgénica» un ecopoema publicado por la revista de europea de ecocrítica Ecozon@ y que se basa en la experiencia de una visita a una granja experimental. La granja se encuentra en en Tsukuba, Japón, en el centro llamado T-PIRC de la misma universidad donde trabajo. La visita ocurrió durante un encuentro de Literatura y Ganadería organizado por la profesora Eguchi y el profesor Tajima a quienes agradezco mucho crear este coloquio. El poema describe desde el sentir poético la visita y la visión de los investigadores que buscan encontrar nuevas formas de suplir la enorme demanda de productos animales, la escasez de mano de obra y los problemas que tienen los animales derivados de la ganadería intensiva moderna. Esta visita, que ocurrió durante la pandemia de COVID19, me hizo cuestionarme mi relación con la carne y los productos animales. Concuerdo con los defensores del vegetarianismo cuando señalan que el sufrimiento de los animales a causa de su industrialización nos plantea un grave dilema ético y además reconozco que existe un grave problema espiritual. A raíz de esta visita tomé conciencia de que si queremos vivir con amor a Dios en el corazón nuestra relación insensible con los animales debe cambiar. En el budismo se llama a una relación compasiva hacia los animales y en varias religiones existen criterios morales de cómo debemos tratarlos. Desde el cristianismo podemos (y hemos) de plantear también un estándar de conducta, pues mantener este sistema de sufrimiento y cosificación de las vidas animales nos aleja de Dios, del Espíritu y de Cristo. Nuestra sordera es a la vez un distanciamiento del amor a la creación. Cristo nos enseñó a amar la creación, pues como señala el libro de Job todas las especies animales reflejan la gloria de Dios y no hay ser que no le alabe con su existencia. Nosotros habríamos de admirar, reconocer y procurar una conducta respetuosa, amorosa y compasiva, hacia los animales de compañía y que comemos (cuadrúpedos, bípedos, alados, etc) pues en ningún lugar de la Biblia observamos que se promueva la cosificación de los animales o se justifique su sufrimiento, por el contrario, sus vidas son una ofrenda sagrada. Cristo nació en un establo y la imagen del niño Dios rodeado por seres angélicos y animales, como se suele representar, reconoce que todos los seres pueden admirar a Dios, pues en todos ellos existe un grado de conciencia y todas las formas de vida glorifican con su existencia a quien es la vida.
Hay un pasaje que me gusta mucho y está en el libro de Mateo (23:37). En ese pasaje Jesucristo se compara a sí mismo con una gallina que cuida de sus pollitos para reprender la insensibilidad de la sociedad farisea de su tiempo. Así dice:
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos bajo las alas, y no quisiste!
Hay un mosaico que retrata a Jesucristo como «gallina» en el altar de la iglesia Dominus Flevit en el Monte de los Olivos.
Ojalá alguien comente este poema que he compartido en algunos foros. Lo comparto con el ánimo de cultivar una respuesta y señalar que corregir nuestro maltrato a los animales no se puede limitar a buscar nuevas tecnologías para tratar mejor al ganado o los pollos. Por muchas razones (de la salud, éticas, económicas, ecológicas) hay que limitar el consumo de carnes, pero desde la vida espiritual conviene cultivar nuestra capacidad de cuidar a los seres vivos y poner un freno al apetito insensible y voraz que enajena nuestra relación con la obra de Dios. Creo que el argumento de evitar el sufrimiento animal ya se está quedando corto frente al desarrollo tecnológico de cárnicos de laboratorio y animales modificados genéticamente. Por ello, hay que ir más a fondo, hay que reconocer una empecinada conducta pecadora y rebelde a la presencia de Dios, en el fondo del maltrato animal. Nuestra relación con los animales y la creación en general o nos acerca un poco más a la presencia de Dios en nuestro corazón o nos aleja de ella.
Cristo y las gallinas de la siguiente generación transgénica
“¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos bajo las alas, pero no quisiste!”
Mateo 23:37
Es hora de mirar al frente y con el corazón De reconocer la responsabilidad De corregir algo De palpar el sufrimiento y abrazar
Ayer fuimos al T-PIRC llamado el laboratorio de la siguiente generación: 次世代
Aquí, donde crecen los tomates modificados genéticamente no sé si hay Antropoceno autoconsciente[1] u otras cosas por el estilo
Aquí, en el corazón mismo del producto transgénico y del livestock lo que hay es la siguiente generación
Y aquí se habla de eficiencia y reciclaje de robots y de técnicas de alimentación de los animales-recursos
Y se habla de cómo suplir la demanda creciente de carne, desmedida, de pollo, lácteos y huevos, todo el año y el desafío de la falta de humanos que mañana se hagan cargo de los animales que son esa carne, lácteos y huevos
Y se habla de las dificultades como de importar forrajes desde los EUA o de nutrir con puros granos y soya a quienes originalmente comen pastos
Y entonces aparecen las soluciones tecnológicas los cargamentos las máquinas las investigaciones todo ello, lo que ayuda a sortear los problemas de la siguiente generación
Y se sortean los problemas
Y sin embargo…
¿Por qué nos hemos juntado hoy a hablar de “Ganadería x Literatura”? ¿Qué sentido hay detrás de todo esto? Profesores
¿Quizá esa “x” significa un anhelo de intercambio o de multiplicación fecunda?
Aquí están nuestros dos guías:
Tajima sensei Eguchi sensei
Y el profesor Tajima (investigador del ganado y la avicultura) nos expone una comparación numérica de las especies que aparecen en el Kojiki (El libro de las antiguas crónicas japonesas) y las especies que aparecen en el libro de Génesis
Y nos revela lo que aclaran las palabras antiguas: en el libro japonés predominan los animales salvajes en el libro de Israel predominan animales domésticos de granja y pastoreo
La profesora Eguchi (literata) nos expone su investigación de las ovejas, borregos, carneros, corderos y cabras, una diversidad lingüística hasta llegar al agnus dei
Y nos revela la escasa presencia de los ovinos y caprinos en la historia de la alimentación del Japón y una reciente presencia de los corderos en la literatura del Japón moderno
Y yo pienso en el cristianismo en qué hace el cordero de Dios en estas islas
Luego, la profesora Shimizu (filósofa) nos expone el caso de un artista al que le dicen el “hombre cabra” porque anda, imita y medio vive como cabra en alguna zona del continente europeo
Luego vamos todos a conocer a los animales y luego vamos todos a sentir la realidad
Y la realidad empieza con el borrego experimental y pasa por las vacas experimentales y termina con las gallinas y los pollos experimentales
Y allí, se convierte en una chō-riarity (una cruda realidad)
Después de proveernos de batas, botas, capuchas y y desinfectante el sensei nos guía por cuartos en penumbra con jaulas atiborradas de gallinas frente a jaulas atiborradas de gallos En las hileras de dos pisos de jaulas diminutas dos gallinas por jaula comen y ponen huevos rodeadas de paredes oscuras como cavernas cubiertas con costras de polvo y mugre
Escucho el cacareo nervioso el grito incesante, siento
¿Hay aquí dolor, Cristo?
Entonces el profesor nos lleva al fondo de las jaulas y nos pone a cada uno un pollo entre las manos —agárralo bien firme de las patas y luego abrazándolo te lo acercas al pecho— nos dice y nosotros así hacemos y el pollo se tranquiliza y siento el calor de su temperatura y el profesor nos dice —el calor corporal de los pollos es mayor al nuestro alrededor de 40 a 41 grados—
Entonces con el pollo sostenido comprendo nuestro pecado: entre el calor y las granjas avícolas a gran escala están los virus
Luego regresamos los pollos a sus jaulas ¿Hay aquí dolor, Cristo?
Ésta es la cruda realidad —nos dice— y nos explica sobre sus investigaciones con los huevos y los pollos y las máquinas incubadoras autorreguladas —costosísimas— que empollan huevos por cientos y nacen los pollos en estas máquinas los 365 días del año Y yo pienso de dónde viene la energía para los pollos y las incubadoras y el pecado otra vez se me aparece como un rayo eléctrico que va desde una planta de energía nuclear a la pechuga de pollo rellena de vegetales y queso que me comí sabrosamente en el almuerzo
Hay mucho por hacer parece decir el profesor con sus investigaciones, y yo hago mi parte, literatos ¿tú, eco-poeta qué dices frente a la realidad de la vida?
Ayer me he preguntado por el día de hoy ¿a dónde ir, Dios?
¿Hay también un Cristo que diga dejad que los animales vengan a mí?
Y entonces veo una escena la de Cristo recién nacido en un establo rodeado de los animales ovejas, burros, vacas, pollos y los humildes pastores que celebran al rey de la esperanza y el perdón
Y veo una luz como la de una estrella pequeña que relumbra con persistencia: es la historia de mi amigo Shinnosuke en Saitama con sus gallinas es la de Raúl en Santa Clara de Yarinacocha con sus pollos es la de Ámbar en San Cristóbal de las Casas con sus gallinitas de guinea es la de Carlos y Sandra en Santa María Zacatepec con sus patos y guajolotes
Y pienso y siento, Dios sí, hay muchísimo que hacer, hermanos la cuestión es ¿cuál es el primer paso?
Marzo, 2021. Ichinoya, T-PIRC (Tsukuba-Plant Innovation Research Center), Japón.
[1] “Antropoceno autoconsciente” (Self-conscious Anthropocene) es un término acuñado por la crítica Lynn Keller para nombrar al fenómeno de la consciencia cultural y crítica de la escala y severidad de los efectos de la acción humana sobre el planeta.
Hoy por primera vez, en cinco años, fui a una librería de viejo en Tsukuba. Quizá porque no sabía que había una librería de viejo aquí, quizá por acostumbrarme a comprar libros usados en Tokio o en Internet, pero también porque todavía me cohibía al entrar a un espacio con muchos libros que era incapaz de leer siquiera sus títulos. Este invierno encontré una librería y al entrar me encontré con que había muchos libros de poesía clásica. Encontré el Manyoshū y el Kokinwakashū a muy buen precio. Ahora ya no siento que chapoteo al abrir las páginas, sino que puedo leer lentamente entre los kanji.
De regreso pensaba ¿qué significa poder leer en cualquier idioma? Entre muchas cosas posibles, significa poder escuchar las voces de los que han muerto y las voces de los más antiguos. ¿Y para qué nos sirve esto Yaxkin?⸻me preguntaba. ¿Para escuchar en qué pensaban los más antiguos?⸻ pues…más que eso, leer nos sirve para escuchar lo que puede un corazón, el propio. Los antiguos nos enseñan eso, qué puede sentir, amar, escuchar, comprender y entregar un corazón que está vivo en el siglo XXI. Para eso sirve leer, porque realmente no sabemos de todo lo que puede un corazón, pero Dios nos ha dado palabras para hablar unos con otros y conocer juntos las honduras y anchuras que se despliegan y olvidan, los pálpitos que mueren una vez, pero renacen cruzando el tiempo. ¿Qué puede el corazón? ¿Acaso no sería una buena pregunta para aprender a vivir, para disfrutar la vida, para llenar la existencia con algún propósito íntimo que crezca como una tierna raíz entre el concreto y el plástico?
Y ¿por qué me gusta la poesía clásica japonesa? Quizá no tiene la pretensión celeste de la poesía confuciana, la elegancia de la poesía sánscrita o las largas danzas floridas de la poesía náhuatl. Es una poesía muy modesta, incluso diría que es de cuna humilde, por más que se circunscriba a los palacios. Pero también es profunda a su manera: su profundidad es como una yerba entre la nieve, como un caracol avanzando, como una burbuja en el agua, como las flores de las camelias. Su profundidad, en cierto sentido, está en este mundo y no se ha diluido. Se han ido las voces de los palacios, los dramas de la corte, las voces de los caminantes y los amantes en el campo, Tu Fu diría “pero las montañas permanecen”, sin embargo, el poema clásico japonés diría:
Comparto publicaciones y reseñas del año que acaba de pasar, siempre agradezco las miradas que se comparten. Este mes, enero de 2024, comienza un nuevo año en Japón, con terremotos y con esperanza. También la tierra que ha fructificado en otoño se recupera para volver a nacer en la primavera. Gracias, a Kathy Wu y la Rain Taxi Magazine, Ryan Greene (traductor de muchos poemas míos al inglés), Giancarlo Huapaya y Cardboard House Press; Gracias a Rob McLennan, Genevieve Kaplan y Veliz Books; Gracias a Adrián Ibarra , Luz bajita y También el caracol. Gracias a The Offing Magazine. Finalmente a Nicholas Grosso, Sabrina Morreales y Lorenzo Perri, curadores de la Architecture Book Fair por seleccionar el libro dentro de la curaduría de obras.
I want to share some reviews from the year that has just passed; I always appreciate new readings of poems and people who share their views. This month, January 2024, a new year begins in Japan, with earthquakes and with hope. Also, the land that has fructified in autumn is recovered to be born again in the spring. Thanks to Kathy Wu and Rain Taxi Magazine, Ryan Greene (translator of many of my poems in English), Giancarlo Huapaya, and Cardboard House Press; Thanks to Rob McLennan, Genevieve Kaplan, and Veliz Books; Thanks to Adrián Ibarra, Luz bajita, and Tambien el caracol. To The Offing Magazine Finally to Nicholas Grosso, Sabrina Morreale and Lorenzo Perri, curators of the Architecture Book Fair 2023.
Poetechnics (Cardboard House Press, 2023) book in Spanish/English
Word Heart (Veliz Books-Toad Press, 2023) chapbook in English
Mandalas (También el caracol, 2022) Anthology of modern Japanese poetry, book in Spanish/Japanese
Baghdad Burning (in The Offing, 2024) poem in Spanish and English
Poetechnics (curator’s selection for the Architecture Book Fair, 2023)
Bella luna de otoño, de las cosechas, hemos cosechado un libro. Ya ha salido de la imprenta y pronto lo estaremos distribuyendo y haciendo llegar por México. Tenemos prevista la presentación para el 25 de noviembre en la Ciudad de México.
Así es la vida de los libros de poesía y este es uno muy especial por el cariño y el esfuerzo que pusimos yo y Mónica Nepote como editores, por las palabras generosas y de buen mensaje de poetas, comentadores y artistas, por la belleza de sus flores y pensamientos.
Beautiful autumn moon, of the harvests, we have harvested a book. It has already come off the press and we will soon be distributing it in Mexico. We are planning the presentation for November 25 in Mexico City.
This is the life of poetry books and this is a very special one because of the love and effort that I and Mónica Nepote put in as editors, for the generous words and good message by poets, commentators and artists, for the beauty of its flowers and thoughts.
Esta noticia la pongo a propósito del libro que escribí llamado El Cinturón de Kuiper (2012). Un par de amigos se acordaron de dicho libro y me la compartieron. Dice Héctor Peña «Hiciste una exploración de todo el material que constituye el cinturón, descifrando señales, buscando sentido.»